jueves, 19 de mayo de 2011

LA DESGRACIA DE ELYNAS

Un día, Elynas, rey de Albany (antiguo nombre dado a Escocia), fue de caza y conoció a una hermosa hada en una fuente. Tan hermosa era esta hada, llamada Pressyne, que el rey se enamoró perdidamente de ella y la hizo su esposa. Ella aceptó, pero sólo con una condición, que el rey no entrara nunca a su habitación cuando se bañara o diera a luz.

Pressyne quedó embarazada y dio a luz a trillizas. El rey deseoso de conocer a sus hijas entró en la habitación rompiendo la promesa hecha a su esposa. Pressyne no tuvo más remedio que poner rumbo a la perdida isla de Ávalon con sus tres hijas: Melusine, Melior y Palatyne.

El rey lloró la pérdida de su familia durante siete años. Su primogénito, Nathas, hijo de su primera esposa, se convirtió en su sucesor.

Las niñas crecieron en Ávalon. Y a los quince años de edad, Melusine, la mayor, preguntó a su madre el por qué de su encierro en Ávalon. Pressyne le explica la promesa rota de su padre. Al escuchar esto Melusine busca venganza y junto a sus hermanas capturaron a su padre y lo encerraron con sus riquezas en una montaña. Pressyne se enfureció cuando se enteró de lo que habían hecho y castigó a Melusine por la falta de respeto a su padre. Melusine fue condenada a tomar la forma de una serpiente de cintura para abajo todos los sábados. Su única salvación sería que ella encontrase un hombre que la amase y que no podría nunca verla en ese estado. En el caso que el hombre la descubriese quedaría transformada para siempre en esa monstruosa forma.

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